viernes, 20 de abril de 2012

La ética en Los Soprano



Los valores y anti valores que quedan reflejados en esta serie surgen mayoritariamente de su protagonista, Tony Soprano (James Gandolfini), respetable vecino y padre de familia cuya profesión no es otra que la de capo mafioso. Lo interesante de Los Soprano es su realismo, el poder contemplar justamente esto, la vida de un hombre dedicado a sus dos familias, y los distintos comportamientos del personaje en cada ámbito.

Tony Soprano encarna el ideal de los antiguos valores, aquella época en la que los hijos respetaban a sus padres y los hombres eran tipos duros, leales y eficaces en su trabajo. Sin embargo, lo que Tony se encuentra en el mundo exterior simboliza todo lo contrario; falsedad, caos y desobediencia. Esto provoca un choque con sus creencias y le hace sentirse desplazado, hundido. 

Precisamente por eso, es en el mundo interior de Tony Soprano, es decir, en su trabajo, donde se siente cómodo, ya que es aquí donde puede ejercer un control absoluto sobre las personas que le rodean y donde se sostienen aquellos valores con los que ha crecido. Porque si hay algo inviolable para un italiano, es mantener las enseñanzas y la tradición familiar.

En este aspecto podemos encontrar un valor ético importante que merece mención, y es que a pesar de recurrir al asesinato, la extorsión y el robo, el objetivo final que este peligroso mafioso pretende es digno, busca proteger y cuidar de su familia, proporcionándoles lo mejor posible. Por eso se puede empatizar con el personaje ¿Qué marido o padre no quiere lo mejor para su familia?

En el  primer capítulo de la serie observamos este anhelo familiar gracias a un ejemplo en forma de metáfora. Tony ve cómo una bandada de patos que se había asentado en su piscina se va volando, continuando con su migración y dejándole solo. En ese momento el personaje queda aturdido e indefenso, porque esos patos representan en su subconsciente la pérdida de la familia.


Por otra parte, Tony Soprano es también el ejemplo de un hombre de negocios emprendedor que ejerce la labor de jefe con disciplina y sesera, negociando cuando es posible. Como mafioso que es, se mueve en un oficio cruel que se aprovecha del sistema, trata con lo peor de la sociedad y es una pieza importante que actúa en un tablero peligroso, con reglas mortales.

Todos estos elementos son aceptados, incluyendo el riesgo constante a ser detenido o asesinado a sangre fría. Tony Soprano vive en un mundo de violencia porque lo considera necesario, porque no conoce otra cosa, se ha criado en la delincuencia y los ejemplos que ha tenido desde su niñez han sido personas amorales en muchos sentidos.Esto también se revela visualmente en un capítulo en el cual Tony rememora su infancia con su padre y su tío, ambos delincuentes de barrio, amables con sus vecinos y paisanos, a la par que violentos recaudadores.

La doble personalidad que el personaje ofrece le lleva en ocasiones a contradecirse y a desesperarse, convirtiéndole en un cínico con debilidades. Esta hipocresía tiene un efecto reflejado en la serie, podemos comprobar cómo cada decisión tomada afecta a la salud mental de Tony, quien tiene que refugiarse más de una vez en fármacos y en sesiones de terapia para no desmoronarse.

Pero no todos son penurias en el día a día de este protagonista. Tony Soprano vive como un rey, es intocable en muchos aspectos, está rodeado de lujos y privilegios, aunque también de responsabilidades. Esta situación de superioridad le permite acceder fácilmente a ciertos vicios, y es que el poder corrompe. Porque si hay algo humano en los personajes de esta serie, son sus vicios y sus defectos.

La familia tampoco es inocente del todo. Nos encontramos con una mujer fiel y devota que cuida de sus hijos, lee, es tolerante y tiene un gran sentido moral, pero que a la hora de la verdad, deja todas estas cualidades a un lado cuando el dinero está de por medio, prefiriendo no cuestionarse su procedencia.


A pesar de todo, sí hay una rectitud en la serie, personificada en la doctora Melfi, la psiquiatra de Tony. Esta mujer simboliza la bondad, es una mano salvadora que intenta rescatar al mafioso de los pecados y guiarle por el camino de una ética redentora, porque nunca es demasiado tarde para aprender de nuestros errores. Su misión consiste en limpiar la mente y el alma sucia del capo, aliviando su fatiga y obligándole a expresar sus auténticos sentimientos. Si bien sólo consigue a medias su propósito, las conversaciones privadas entre estos dos personajes es posiblemente uno de los mayores encantos de la serie.

La conducta del jefe criminal seguirá siendo despreciable, aunque se podrá notar en el personaje un ligero cambio, una mayor preocupación y profundidad en sus razonamientos, e incluso una inquietud existencialista. La excusa en la que se ampara para justificar lo que hace es el famoso código de honor no escrito que marca las relaciones en la mafia “Somos soldados y los soldados no van al infierno. Es la guerra y los soldados matan a otros soldados. En la situación en la que estamos todo el mundo implicado sabe qué hay en juego…es el negocio. Somos soldados. Seguimos códigos”. 

Para los seguidores de esta gran serie que estén interesados en el tema, les recomiendo encarecidamente el libro "Los Soprano y la filosofía" . Para terminar os dejo la pieza musical que da introducción a cada capítulo, el famoso tema "Woke up this Morning" del grupo americano Alabama 3.





viernes, 6 de abril de 2012

Charlie Kaufman: Montaje ¿Realidad o ficción?


Nombre: Charlie Kaufman
Profesión: Guionista, Director, Productor  y Escritor
Nacionalidad: Estadounidense
Lugar de nacimiento: Nueva York
Edad: 54 años
Filmografía:
 - Cómo ser John Malkovich (1999)
- Human Nature (2001)
- Adaptation. El ladrón de orquídeas (2002)
- Confesiones de una mente peligrosa (2002)
 - ¡Olvídate de mí! (2004)
 - Synecdoche, NewYork (2008)
 - Frank or Francis (2013)

Aunque este personaje es desconocido para la mayoría de espectadores (que no de críticos) y a pesar de que no goza de la fama de otros compañeros judíos de la profesión, no cabe duda de que Charlie Kaufman es un caso único, un creador especial que está al margen de las reglas de Hollywood.

Este genio incomprendido empezó su carrera en los noventa, en el campo de la televisión, escribiendo guiones para episodios de Búscate la vida, una sitcom sobre un repartidor de periódicos de treinta años, Ned & Stacey, otra comedia que trataba los matrimonios de conveniencia y The Dana Carvey Show, programa del cómico de mismo nombre.



Tras realizar estos proyectos, Kaufman decidió escribir un guión original completo apostando por una película de cine independiente titulada Being John Malkovich (1999), una cinta de humor estrafalario y de fantasía dirigida por Spike Jonze. El resultado de este debut de Kaufman como guionista en el cine fueron un premio BAFTA y tres nominaciones a los Oscar. Su nombre ya no era desconocido para la crítica y pronto se le empezó a considerar como un innovador en el arte narrativo.

El texto de esta interesante película nos plantea la posibilidad de transferir nuestra consciencia al cuerpo de un famoso, en este caso del propio John Malkovich. El tema de la realidad y de la percepción que nos rodea suele repetirse en la obra de Kaufman, es uno de sus patrones que también encontramos, aunque en menor medida, en Adaptation y que nos inunda y aturde completamente en la genial Eternal Sunshine.


Su siguiente trabajo, Human Nature (2001), es posiblemente su guión más prescindible. Esta película es una comedia ligera y disparatada, el conflicto que quiere plantear es la domesticación de un hombre salvaje de la mano de un grupo variopinto compuesto por una mujer peluda, una becaria y un domador de ratones. Sin embargo, la creación de esta película permitió la primera colaboración de Kaufman y Michael Gondry, quienes formarían una estupenda pareja creativa.

El supuesto mensaje moral que quiere dar el film es que con la naturaleza no se juega, y el intento de cambiar unos instintos y unas actitudes primarias es inútil, al final lo que yace bajo la superficie siempre aflora, incluso en los casos más civilizados. La cómica frase que resume el contenido principal de la película es puro humor Kaufman “ En caso de duda, es de buena educación no hacer lo que tengas ganas de hacer".



En su tercera película, Charlie adapta por primera vez una obra ajena a su terreno y realiza un guión basado en el libro de Chuck Barry, Confesiones de una mente peligrosa (2002). La película fue dirigida por George Clooney en su debut como director, no obstante la relación entre Kaufman y Clooney no fue buena debido al montaje final de la película, el cual cambiaba varias escenas escritas por el guionista judío. La historia cuenta la doble vida de un productor famoso de televisión que se dedica a asesinar en nombre de la CIA en sus horas más oscuras.

Al ser un proyecto mandado que parte de una autobiografía, en esta obra no encontramos tanto la firma de Kaufman como en los anteriores, aunque realidad y ficción son mezcladas en la película de forma muy inteligente, adoptando en ocasiones un estilo documental con entrevistas falseadas. Las críticas recibidas fueron buenas y el resultado en taquilla fue favorable también, lo que permitió a Kaufman contar con un mayor presupuesto.

A partir de aquí comienza lo que considero la cumbre de la carrera de Charlie Kaufman y la plenitud de su capacidad creativa ¿Por qué? Porque es en sus dos siguientes proyectos donde este maravilloso guionista pone de manifiesto su arte reinventando lo insulso y donde nos da una lección magistral de cómo debe ser el montaje perfecto de una película, en principio, imposible de estructurar.


Después de haber obtenido experiencia adaptando obras de otros escritores, Kaufman se lanza a uno de los retos más difíciles para un guionista, hacer divertido un libro sobre orquídeas. De esta idea surge Adaptation (2002), película basada en el libro The Orchid Thief de Susan Orlean. Para conseguir amenizar el tema y hacer posible su proyección en cines, Kaufman opta por rodar su propio proceso creativo, convirtiéndose en protagonista gracias a una estupenda interpretación de Nicolas Cage.

Así, en la película somos testigos de cómo un Kaufman mitad ficticio y mitad real tiene que trabajar en un guión sobre una adaptación, vemos cómo se agobia con su proyecto imposible, vemos la relación con su hermano Donald Kaufman y vemos también una historia de infidelidades y de relaciones humanas complejas. Charlie aprovecha en esta cinta para meterse con la industria hollywoodiense y para burlarse de sí mismo, mostrando sus preocupaciones y sus pensamientos más íntimos.

Realidad y ficción vuelven a mezclarse en esta propuesta tan original donde personas reales (guionistas, productores, escritores, etc) son interpretadas por actores famosos de la talla de Meryl Streep y Chris Cooper bajo la dirección de Spike Jonze, responsable de la también genial Being John Malkovich.
Las distintas historias paralelas que Adaptation nos presenta se juntan finalmente en una situación algo surrealista, pero con un elemento común siempre presente, una causa material que sirve como unión o nexo de todos los personajes, la orquídea.


Llega el año 2004 y con él el proyecto más ambicioso de Kaufman. El guionista excéntrico vuelve a hacer pareja con el director francés Michel Gondry, juntos realizarán una película completamente caótica que les llevará a ganar su primer Óscar al mejor guión original. Charlie vuelve al género fantasioso (si bien en este caso podría considerarse ciencia ficción) y toca de nuevo el tema de la metafísica, de una realidad compuesta de recuerdos. El amor, la ciencia y el olvido van de la mano en Eternal Sunshine of the Spotless Mind (¡Olvídate de mí!). Hay que destacar que lo grandioso de este film radica sobre todo en su laborioso montaje.

Kaufman estructura la película como si de un laberinto se tratase, recurriendo a múltiples flashbacks, flashforwards y empezando la narración por el final. El espectador no puede evitar sentirse como un extraño que se ha adentrado en la mente de Joel, el protagonista de la película, interpretado por el mejor Jim Carrey desde El show de Truman. El elemento sobrenatural parte de la existencia de una empresa capaz de borrar recuerdos de personas. El drama es predominante en la película, Kaufman se pone serio y deja el humor a un lado para plantearnos situaciones verdaderamente trágicas en esta complicada historia de amor.

Ver esta creación de Gondry y Kaufman exige un esfuerzo mental por parte del espectador, que será quien tenga que ordenarla en su cabeza para conseguir entenderla correctamente y encajar todas las piezas. El ritmo de la cinta está también muy calculado, y a medida que avanzamos en la historia se va haciendo más trepidante. Aunque Kaufman ya había jugado en sus trabajos anteriores con la narración utilizando escenas subjetivas, creando historias paralelas con un desenlace común y agrupando lo real con lo irreal o bien con lo onírico o ficticio, es en Eternal Sunshine donde demuestra ser un innovador, un narrador único capaz de contarnos una historia intencionadamente desmenuzada.

Con la mayoría de guionistas se puede diferenciar un claro desarrollo y desenlace de una película, pero Kaufman al igual que otros artistas del mundo independiente, intenta siempre salirse del marco para sorprendernos, no hay ningún seguimiento previsible que se pueda deducir, ya que no existe una trama lineal. Para ello, busca situaciones raras, inesperadas y extravagantes que eviten poder desvelar un final cliché. Lo que más mérito tiene el adoptar este estilo de rodar cine, es que todo depende de tu libertad creativa, porque no hay normas que te guíen durante el proceso. La postura del guionista independiente se ha visto muchas veces enfrentada con la imagen de la industria hollywoodiense, y aunque Kaufman no oculta su aversión por el cine comercial, también hay que admitir que no lo descarta del todo (de hecho a veces se deja influir por él).

Otro factor a tener en cuenta en el proceso creativo de Charlie es la repetición de personajes femeninos con un gran carácter, fuertes, espontáneos e independientes, que suelen tener su contrapunto en protagonistas masculinos introvertidos, tristes,  amargados y solitarios. Los hijos que salen de la pluma de este guionista no son felices, y buscan o se encuentran con algo que les anima, que les despierta y les hace reaccionar, saliendo de su insomnio, de una vida aburrida. En esa búsqueda, a menudo, se pierden por caminos extraños que les llevan a la pura paranoia, a una esquizofrenia temporal que terminan superando para volver a replantear todo con una lección ya aprendida.

La evolución de los protagonistas, es por tanto, un desarrollo positivo, hay una maduración o una superación de una debilidad que anteriormente trastornaba y dificultaba cualquier tipo de relación. Y es aquí, en este happy ending, donde pillamos al artista independiente cediendo ante los estereotipos de la industria de Hollywood.


Para terminar, nos encontramos con la última película de Kaufman estrenada en Estados Unidos en 2008. Con este largometraje nuestro guionista dio el gran paso de convertirse en director, asumiendo el control absoluto de su creación. Ya el título puede causar cierta confusión, y es que efectivamente, una sesión con Synecdoche, New York provoca sobre todo, dudas. Nada en Charlie Kaufman es fácil de digerir. El filosófico tema desarrollado en Synecdoche es la vida misma, y sus distintas dimensiones. Volvemos a comprobar que la realidad y la ilusión es una obsesión personal del guionista y director, esta vez enfocada desde el mundo teatral.

El protagonista del film, Caden Cotard, interpretado por un contundente Philip Seymour Hoffman, tendrá el sueño de estrenar una obra de teatro que represente la vida misma, para ello construirá como escenario una réplica real de la ciudad de Nueva York. Con esta película reflexiva Kaufman quiere que nos paremos un momento y contemplemos una belleza ilógica y emotiva llamada vida. Lamentablemente, aunque algunos expertos han considerado este título como lo mejor de la carrera de Charlie Kaufman, las buenas críticas no consiguieron salvar la película del fracaso comercial, pasando bastante inadvertida.

 Sólo queda esperar que el arte ofrecido por este incomprendido genio se siga valorando, y que el nombre de Charlie Kaufman no caiga en el olvido ante las banales superproducciones enlatadas a base de efectos especiales. Porque si hay algo que se pueda afirmar de su filmografía, si hay algún mérito que puede atribuírsele, es que este judío cineasta ha sido capaz de devolver el orgullo al oficio de guionista, aportando elementos nuevos, y sobre todo arriesgados. Este soplo de aire revitalizador es algo muy necesitado en estos días en el cine, y Kaufman es una de las pocas figuras que nos lo proporciona sin recurrir a grandes presupuestos.