domingo, 12 de agosto de 2012

La oratoria en las películas


Si buscamos en las páginas de la historia y la literatura encontraremos múltiples ejemplos de discursos ejemplares proclamados por líderes, filósofos, escritores y artistas. Todos nosotros guardamos en la memoria grandes frases célebres de estos discursos que han acabado por convertirse en un curioso refranero popular.

Por otro lado, existe también otra fuente de la cual podemos beber, o mejor dicho, oír, este tipo de conocimiento. El cine nos ha proporcionado con sus discursos muchos momentos emotivos acompañados de reflexión y sentimiento. Por ello, he decidido poner a continuación una página recopilatoria que guarda una buena colección de oratoria en el cine. Os invito a añadir aquí cualquier película que posea algún monólogo, diálogo o discusión que merezca la pena rememorar y que no aparezca en la lista.

http://laculturamepersigue.wordpress.com/2010/10/17/grandes-discursos-del-cine/

Yo, por mi parte incluyo los siguientes:


He elegido esta escena en concreto y no el discurso de la escalinata porque es aquí donde Marco Antonio (Marlon Brando) da rienda suelta a sus sentimientos contenidos explotando de rabia en un monólogo fantástico, breve y muy visceral.


Qué decir de este maravilloso principio donde se nos presenta al padrino, posiblemente el gángster italiano más real y conocido del mundo del cine. Vito Corleone aparece tras una súplica como un juez poderoso e implacable, pero ante todo, humano y respetuoso.


Este diálogo siempre me ha encantado, los motivos son varios. Aparte del increíble dueto actoral que Dennis Hopper y Christopher Walken nos ofrecen, este diálogo tiene de todo, pasa por diversas fases que combinan intimidación, picardía, humor, historia...una joya poco valorada. 


El Séptimo Sello es una obra maestra de Bergman con todas las de la ley. Cada plano, cada palabra se podrían analizar, un film realmente profundo y simbólico que no da tregua al espectador pensante. Esta escena recoge el amargo existencialismo que reina durante la mayor parte de la película.


De la desesperación anterior pasamos a un monólogo de Kevin Spacey muy agradable que conviene recordar de vez en cuando para que la vida no se nos haga demasiado pesada, para aprender a valorar aquellas pequeñeces que forman en realidad lo más hermoso que nos rodea pero que ignoramos, o al contrario, para aprender a ignorar las nimiedades de la vida a las que otorgamos demasiada importancia.


La crítica al oportunismo y a la falta de ética en los medios que hizo esta película sigue estando vigente hoy en día, de hecho, más que nunca. También encontramos un aviso para la mayoría de los telespectadores que actúan pasivamente y debilitan sus mentes y su criterio frente al televisor.