Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy) se vuelven a juntar por tercera vez en Grecia. Ya han pasado casi veinte años desde que se
conocieron en un tren a Viena y nueve desde su reencuentro en París.
La idea de juntar a una pareja de enamorados siempre a contrarreloj en
distintas ciudades europeas y con saltos en el tiempo permite al
director describir un proceso de maduración real de dos mentes inquietas
que van envejeciendo progresivamente pero que, sin embargo, se siguen
anhelando en secreto.
Los protagonistas ya no son adolescentes precisamente, el paso de los
años ha impuesto sus condiciones, y aunque Jesse ha conseguido
comprometerse finalmente con su amor verdadero, el matrimonio no es
perfecto. Los antiguos lazos familiares del personaje y la pérdida de la
pasión pondrán a prueba la estabilidad de la pareja, que ha decidido
pasar unos días de vacaciones en Grecia para aclarar las cosas.
En esta parte de la saga tampoco faltarán los largos paseos turísticos y
las reflexiones pseudo filosóficas sobre el amor. Linklater, con la
inestimable ayuda de sus actores fetiche, vuelve a ofrecer una película
breve, aunque de mayor duración que las anteriores, en la cual aprovecha
cada minuto del largometraje para inundar al espectador de diálogos
ingeniosos que componen en definitiva el corazón del filme.
Los personajes debido a sus nuevas responsabilidades se han vuelto más
amargados y esa magia del flechazo que mandaba sobre todo en Antes del amanecer ya no existe. La evolución de Jesse y Celine planteada en Antes del anochecer es coherente, una vez que los sueños ya se han conseguido, lo que toca después es luchar por mantenerlos.
La química entre Hawke y Delpy se hace tan evidente y natural que uno se
pregunta si realmente es una relación ficticia. Parece ser que con este
ejercicio final el director pone la guinda del pastel a una historia de
amor longeva que aparentemente se cierra. Cabe destacar la colaboración
de los dos actores protagonistas en el guión y en la elaboración de sus
personajes.
Estupenda obra independiente muy adecuada para un público que tenga
ganas de escuchar. Para el que no conozca el estilo de Linklater puede
resultar algo tediosa, ya que como de costumbre en el realizador, el
mensaje es más importante que la acción.
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